Las prácticas teatrales contemporáneas se caracterizan por un fuerte coeficiente de hibridación. Esto conlleva un replanteo constante de las categorías que definen la teatralidad. En el marco de este problema, queremos pensar, a partir de los aportes de Gilles Deleuze, la intersección entre imagen y teatro, entendiendo que este cruce permite una modulación entre ambos. El aspecto fundamental de esta modulación es su desvinculación de la noción de representación mimética y su viraje hacia la presencia. A partir de la noción de figura (analizada por Deleuze en su obra sobre Francis Bacon), vemos que la imagen se modula en un desajuste de la sensación, el cuerpo y su ritmo. Esto nos indica una operación teatral, de dislocación de la representación mimética y la puesta en escena de otros tipos de ritmo y otros tipos de corporalidad. Dado este vínculo, podemos establecer que la lógica de la sensación en la figura comparte el mismo esquema de variación que en el teatro. Por lo cual, establecemos el concepto de imagen teatral como un operador donde resuenan las nociones de presencia, imagen, cuerpo y desfiguración.