Este artículo relaciona la Filosofía de la Liberación con la Histórica de Reinhart Koselleck, proponiendo una ruptura epistemológica crucial para la autocomprensión histórica de América Latina. La Filosofía de la Liberación se establece como una Histórica funcional: la dominación define un espacio de experiencia alienado (la inautenticidad), mientras que la liberación opera como el concepto clave koselleckiano, erigiéndose en un horizonte de expectativa proyectado hacia un futuro autónomo. Este andamiaje interpreta la realidad regional como una asincronía impuesta, donde los múltiples estratos del tiempo manifiestan la violencia estructural de la dependencia. La consecuente Histórica de la Liberación define su concepto clave como el proceso que busca sincronizar la experiencia real de las mayorías con la promesa de autonomía. Así, dota a la historiografía del marco crítico necesario para medir su tiempo, no por la distancia al centro hegemónico, sino por la intensidad y convicción de su propia prognosis autónoma.